Lo más recomendable en la dieta es consumir carnes blancas de manera alternada a las carnes rojas, es decir, ingerir dos o tres veces por semana en raciones que no superen los 350 gramos diarios y en el marco de una dieta sana, junto a frutas y verduras varias, agua y otros alimentos de calidad.
Podemos encontrar carnes blancas en aves como el pollo y el pavo, u otras menos comunes como el faisán o el pato que muchas veces se incluyen dentro del grupo de carnes rojas. Asimismo, en esta categoría suele incluirse el conejo a pesar de no ser un ave.
Recomendamos también su cocción a temperatura moderada con métodos como estofado, salteado, a la plancha, pero sin quemar, escalfado, hervido o al vapor y siempre escoger opciones magras como son las pechugas, retirando grasa visible antes de cocinar.